lunes, 26 de diciembre de 2016

Capítulo 2: Nochebuena de los 70



Los señores Martínez habían cerrado la tienda un poquito antes. Había que prepararse para la cena en casa de su hija y mientras doña Charo ponía orden, el señor Paco había empezado la celebración.




- Estas cajas de vino que nos han traído son de aúpa, Charito.




- Como empieces ya, Paco, tú sí que la vas a pillar de aúpa.




- Calla, mujer, que una copa de vino te alegra el camino...
- Ay, señor, empezamos pronto a "caminar"... -se dijo doña Charo.




En casa de su hija, los más pequeños están muy silenciosos y concentrados en su habitación...




-Si acabamos pronto -dijo Carlota-, mamá nos dejará jugar un rato.
-Venga, vamos a darle caña.




Después de un rato, Pedro se subió a su silla todo eufórico.
-¡Acabé! ¡Bieeeeeen!
-¡Y yo también, yo también, yo también...! -Carlota no quería quedarse atrás.




-¡Pues vamos a poner música! -dijo Pedrito.



-¡Siiiií! ¡Pon a Raffaella! porfa, porfa, porfa... -su hermana era una fan incondicional de la italiana.
-Vaaaale... -accedió Pedrito divertido.


Y los chicos empezaron a bailar como profesionales, con una cuidada coreografía:

"Para hacer bien el amor hay que venir al sur
lo importante es que lo hagas con quien quieras tú...
y si te deja, no lo pienses más..
búscate otro más bueno, vuélvete a enamorar..."




En la cocina, Reme y doña Sofía estaban con los preparativos.
-Me he traído un vinillo de mi pueblo que le daría muy buen gusto al asado.
-¿Tú crees, Reme?  ¿No quedará demasiado fuerte? Mira que hay niños...



-Qué vaaaaa... En mi pueblo este vino lo ponen hasta en los biberones.
-Vaya con tu pueblo, Reme. Pues nada, adelante y que su fuerza nos acompañe...


- Le pondremos sólo un chorrito -dijo Reme.



- Perfecto. Ahora ábreme el horno, que metemos el pollo dentro.




... La verdad es que huele a gloria.



- Pues ya está, Reme. Ahora sólo nos falta preparar la  mesa.


Las dos lo prepararon todo a conciencia y en un periquete estuvieron listas las mesas. La de los adultos y también la de los pequeños.


-¡Ya está listo!
-Ha quedado muy bien, doña Sofía. Tiene usted una vajilla y una cubertería muy chic.
-Son regalo de mi suegra, que tiene mucho gusto.
-Doña Fedora es la bomba -dijo Reme-... ¡Y una mujer de mundo!




-Ya lo creo. Pues nada, me arreglo un poquito y andando.
-Yo iré a ver cómo va el asado.




Doña Sofía se estaba acicalando...



... cuando entró su marido.

-Como siempre, preciosa, querida mía.
-Zalamero... -dijo ella con una risita coqueta.



Don Alberto se agachó para dar un besito a su señora y ella se dejó querer. Como ya sabéis, están muy enamorados y son bastante empalagositos.
-Te espero en el salón leyendo la prensa, amor -dijo don Alberto.
-Estoy lista en un plis plas.



Cuando llegó la hora, se reunieron todos en el salón.
-Os ha quedado todo estupendo y el asado huele de vicio.




-DIING DOOONG... DIIING DOOOONG...
-Y ya llegan los invitados -dijo doña Sofía.




Pedrito y Carlota entraron corriendo en el salón.
-¡Ya están aquí, ya  han llegado!



- Pues voy a abrir -dijo Reme.
Estaba contenta, pero también bastante nerviosita, porque era su primer día importante en la casa.



-¡Abuela Fefé...!
-Fedora, estás guapísima -dijo Sofía.
-A mis brazos, Alberto, que no te había visto desde que volvimos de Pekín -dijo el patriarca, don Manuel Echeverría,



-Fefé, ¿tenemos regalos chinos? ¿Nos has traído cosas de Pekín?
-Niños, no mareéis a la abuela, que queda  mucha noche todavía..
-Jajajajajaja, cómo habéis crecido. ¡Estáis mucho más altos!...


-Qué tal el viaje, papá.
-Pues muy bien. He conocido a varios autores  muy interesantes. Y a uno de ellos lo traduciremos en breve. Ya te explicaré con calma, pero ha sido un éxito.



-¡DIIIIING DOOOOONG... DIIIING DOOOONGG!!
-¿Son los tíos? -preguntaron los niños.
-Pues no creo -dijo la abuela Fedora- me dijo Anita que iban a llegar un poco más tarde.
-Voy a abrir rauda -dijo Reme.



-¡Buenas noches y felices fiestas! -dijo el señor Paco a grito pelado-. Alberto, te he traído un vino buenísimo. Hemos comprado varias cajas y yo ya lo he catado...



-Ay Fedora, que lleva todo el día catándolo y nos va a dar la noche -dijo doña Concha a su consuegra.
-No pasa nada, Charo. Estamos de fiesta y te veo la mar de guapa.
-Tú sí que estás guapa y elegante. Qué bonito abrigo..



El abuelo Paco estaba algo "desatado" y no paraba de hablar del vino tan buenísimo que había comprado.
-Seguro que no has probado algo tan bueno en tu vida, Alberto... hip!



-Uy, uy, uy -pensó Reme-. Al señor Paco se le ha ido la mano con el morapio. Será mejor que los sentemos ya a cenar...




-Dejadme el vino cerca, que yo lo sirvo.



-Ay, qué corte, Paco. Cómo te gusta dar la nota, hijo  mío -dijo doña Concha.
-Calla, mujer. Que un hombre necesita momentos de asueto.
-Bueno, bueno, vamos a disfrutar de la cena -Alberto intentaba pacificar el ambiente.



Pedrito y Carlota, por supuesto, no perdían detalle desde su mesa infantil.




-Paco, que Charo se preocupa por tí -dijo doña Fedora-, que luego te sube la presión y nos das un susto.
-¡A mí me sube la presión cuando a mí me da la gana!
-Ah, pues eso está muy bien, ¿verdad, madre? -dijo don Alberto, intentando quitar hierro al asunto...
-Uy, sí -dijo doña Fedora con una risita-. Es todo un adelanto de la ciencia...



Gracias a Dios llegaron en aquel momento la tía Anita y el tío Ignacio.
-¡Hermanos! -dijo don Alberto, que vio el cielo abierto-. No os imagináis cómo nos alegramos de veros..
-Ay, sí... -balbuceó doña Sofía muy acalorada.
-¡Pues ya estamos aquí! -dijeron al unísono- ¡Que empiece la fiesta!



Y Reme pensó que era un buen momento para traer el asado.
-Qué bien huele -dijeron todos
Don Paco aprovechó para hacerse con la botella de vino y don Manuel aprovechó para hablar con su hijo Ignacio.
-Te has rasurado muy bien la cabeza esta noche.
-Es que la maquinilla que me regalaste va de fábula, papá.



Entonces Ignacio se levantó.
-Familia, vamos a hacer un brindis -dijo-. ¡Felices fiestas a todos!
Y todos alzaron sus copas y brindaron.
-¡Felices fiestas!
A lo que Fedora añadió:
-Y que el nuevo año venga cargado de sorpresas agradables para los que más lo necesitan.
-Que así sea, madre -dijo Ignacio guiñándole un ojo.



Los niños participaron del brindis, por supuesto.
-¡Felices fiestas a todos!



Y don Paco ya no se separó de la botella de vino en toda la cena.




Cuando acabaron, mientras los mayores fueron a la salita para seguir la fiesta...




... los más pequeños, junto a sus tíos, prepararon el comedor para bailar.




Doña Charo estaba disgustada.
-Ay, Fedora, qué cruz que tengo con este hombre -dijo avergonzada.
-Tranquila mujer, que todo tiene solución.
-Pues fíjate que yo creo más bien que esto no tiene arreglo.
-Es que a veces hay que echarle muuucha imaginación... -le dijo doña Fedora con una risita.



Reme, al ver el estado del señor Paco, tenía serias dudas sobre qué debía hacer con la botella de whisky.
-Ahora ya no sé si sacar la botella, o más bien esconderla...


Y es que don Paco estaba ya muy pasado de rosca. Tanto, que dio un traspiés con la alfombra.
-¡Cuidado! -gritaron todos-, pero ya era demasiado tarde.


Don Paco se dió de bruces y acabó en el suelo. Eso sí, la botella no la soltó en ningún momento.


-Ay, todo me da vueltas...




-Será mejor que te eches una siestecita, consuegro..




-Alberto, ten cuidado con mi hija. Es una buena muchacha, pero hay que tener cuidado. Tú átala corto, hijo  mío...



-Pero Paco, no seas burro -le dijo don Manuel-. A las mujeres hay que respetarlas y quererlas..




-Alberto no hagas caso de tu padre, ¡hip!... Te digo yo que la mujer con la pata quebrada y en casa. Así es como debe ser...  Que si no, esto será la revolución.... ¡hip, hip!



Y esas fueron sus memorables palabras antes de desmayarse bajo la boina...




-Anda, Alberto, llevémonos la botella y volvamos a la fiesta.




-Ay qué vergüenza -dijo Sofía a su suegro.
-Tú tranquila, mujer... que en las fiestas ya se sabe...




-Toma, Reme. Guarda la botella de vino, que ya hemos tenido bastante.




Y Fedora, que apreciaba mucho a doña Charo, la animó todo lo que pudo.
-He pensado ayudar a Sofía un poquito.
-Ay, gracias, Fedora -le dijo con una lagrimita de felicidad.



Y la fiesta acabó en paz y los niños disfrutaron de la noche con sus tíos, bailando los éxitos del año:

"En esta noche cambiará mi  vida
en esta noche, en esta noche
No quiero ser más el abandonado
no quiero serlo, no quiero serlo..."







"Fiesta, que fantástica, fantástica esta fiesta
que fantástica, fantástica esta fiesta
esta fiesta con amigos y sin tí..."









CONTINUARÁ...



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